Como jugadora de voleibol, me sentí emocionada viendo las finales de la VNL entre Estados Unidos y Francia. Estos dos son equipos geniales, y vi toda su emoción y esfuerzo por conseguir la tan ansiada medalla de oro, y cometieron solo unos pocos errores durante el juego.
(4:16) El partido llega al quinto set; ahora puede pasar cualquier cosa. El marcador está 10-14 a favor del equipo francés; el juego sigue. El colocador le pasa la pelota a David, el número 20, el bloqueador central del equipo de Estados Unidos, y golpea la pelota contra la red. 10-15, y es Francia quien gana el oro.
Los errores son lo último que cualquiera quiere cometer. Aun así, los errores ocurren; todos lo sabemos. Cuando nuestro error resulta en el punto ganador para el otro equipo, no es fácil aceptarlo y lidiar con ello; al menos, nunca me resultó fácil.
No pude dejar de pensar en David después de esa pelota. ¿Cómo se ha estado sintiendo desde entonces? Espero que esté bien.
Conozco ese sentimiento; tiendes a olvidar que al otro lado de la red, un equipo está tratando de vencerte. Además, después de un error, tiendes a olvidar que eres parte de un equipo que pierde y gana junto. Entonces, a menudo te culpas a ti mismo por perder todo el partido, como si fueras el único responsable del resultado.
Recuerdo las veces en que esto me sucedió a mí. Mi mente vagaba de un lado a otro. Pensaba en ese momento y revivía esa acción (y cada emoción) una y otra vez.
¿Qué podría haber hecho mejor? ¿Por qué no tomé una mejor opción? A mi nivel, no debería haber hecho eso. ¿Te suena familiar? Llenaba mi mente constantemente con estas preguntas y afirmaciones.
Pero la verdad es que obsesionarse con ese error no ayudó en absoluto.
Entonces, ¿cómo aprendí a recuperarme de un gran error? Compartiré lo que aprendí para volver a encaminarme.
- Aceptar mi error. Entendi que comenzaría a recuperarme más rapido si aceptara que no soy perfecta y que todos cometemos errores; ¿por qué debería, entonces, ser diferente para mí?
- No poner excusas. Cuando las cosas no salen como planeado, puede ser más fácil culpar a la pelota, al set, a las luces, a los ruidos en el gimnasio, o incluso a causas esotéricas o la mala suerte. He entendido que asumir plena responsabilidad por mi error me permitiría recuperarme más pronto.
- Reconocer que no soy el error que cometí. Este paso requirió mucho trabajo para lograrlo. Entender que mi error no me definía como persona o atleta; no me hacía un atleta menos valioso o digno. Decir, yo soy ese error o cometí ese error; estas afirmaciones son dos cosas muy diferentes.
- Hablar sobre ello. Me sentía avergonzada y culpable. Entonces, me aislaba de los entrenadores y compañeros de equipo. Esto solo empeoró la situación. Sin embargo, aprendí que hablar con mis compañeras, entrenadores o familiares al respecto aliviaba mi dolor. A menudo, decían algo que me iluminaba sobre lo sucedido que tal vez no había visto, y sus palabras me hacían sentir un poco mejor. Si necesitas hablar con alguien, házmelo saber; me encantaría estar ahí para ti.
- Encontrar una lección en el error. Una vez que pude sacar una lección de ello, lo vi con nuevos ojos. Fue una oportunidad para aprender y crecer. De repente, mis sentimientos negativos se convirtieron en positivos.
Todavía estoy en proceso de aprendizaje, y aprendo cada día. Como siempre he dicho, no tengo la solución para todo; no es mi objetivo. Pero compartir es poderoso porque la gente entiende que no está sola. Hay otros atletas por ahí que han pasado por esa misma situación o que aún están lidiando con ella.
Estos pasos pueden ayudarte a ti o a un compañero hoy o cuando sientas que tu error es demasiado grande para manejar.
Y recuerda,